miércoles, 13 de abril de 2011

El Franquismo. La Academia Militar de Zaragoza

Discurso de Franco en la Academia Militar de Zaragoza (1942)

“Caballeros cadetes, Podría empezar estas palabras con una clásica frase: "Decíamos ayer” y en verdad dijimos que la Academia desaparecía pero quedaba la obra. Ya lo veis. Han bastado solo once años para que hayamos trocado aquella escena triste, aquella solemnidad severa en que se disolvió este Centro, en esta otra, en que los colores de la misma bandera vienen a presidir de nuevo nuestros actos.

En aquellos momentos en que se deshacía el Centro e iban a dispersarse los alumnos por las distintas guarniciones, tuvimos una visión clara de la realidad: la obra quedaba en pie, la obra eran las promociones que de aquí salieron, las que les llevaba el espíritu de nuestra Academia, representado en el amor a nuestra bandera, como lo demostró aquella procesión silenciosa, aquella procesión privada en que los alumnos, nuestros cadetes, antes de la partida, fueron al salón de actos a visitar por última vez la bandera que un afán iconoclasta nos había arrebatado.

Aquel acto negativo que despobló estas aulas fue consecuencia natural del régimen que establecía como principio para España la renuncia a la guerra; no se quería ya un Ejército fuerte y potente, se quería un Ejército mortecino y sin ideales, y para dar el paso primero en aquella desdichada fase de trituración, había que destruir el crisol de todas las virtudes, había que destruir la Academia General Militar, todo lo que pudiera representar el nervio y la cepa de una raza; había que empezar a destruir los cimientos para luego despedazar a España.

De cómo no nos defraudó muestra esperanza lo vimos al primer toque de clarín, cuando al toque de llamada para la Cruzada salieron de nuevo los colores de nuestra bandera, y de todos los rincones de España acudieron las promociones de oficiales sin distinción. De su comportamiento nos hablan los cuerpos de los que hemos enterrado y los pechos de los que hoy viven.

Las Academias Militares son los laboratorios donde no sólo se forja la doctrina de los Ejércitos, sino que se crea la moral de las generaciones […] es necesario que trascienda fuera de estos muros, que llegue a todos los rincones […] Y no es que la nueva España adopte el belicismo como norma, sino que nunca ha sido más verdad el viejo aforismo de que no hay mejor medio para guardar la paz que estar siempre dispuesto para la guerra. ¡Guardar la paz!....Y yo os pregunto ¿Es que existe la paz? Yo niego la existencia de la paz. Cuando los tiempos son tranquilos, cuando la paz reposa sobre nuestra nación, cuando creemos recibir una aparente sensación de calma, es cuando se están formando las tempestades que van a descargar sobre las naciones[…]Unidad y disciplina es tradicional exigirlas a los Ejércitos como base indispensable para la victoria; pero yo os digo que hoy hace falta mucho más: que esta unidad y esta disciplina que antes eran atributos castrenses, se conviertan en normas para la nación[…] Enfrentaros con coraje con todo lo que divide; no consistáis matices, que nadie se resguarde detrás del ¡Viva España![…]El ¡Arriba España! Es el grito de hoy, el de nuestros muertos, el de los que no se conforman con que viva, sino que la quieren ver arriba. Todo esto significa la bandera que os entrego […] Este es el mandato de nuestros muertos y esto significa el mandato que le prestáis. Caballeros cadetes, oficiales del Ejército, generales, jefes y oficiales ¡ARRIBA ESPAÑA!”

Francisco Franco, Academia General de Zaragoza, 3 de diciembre de 1942.

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