“ Los malos posaderos de la ciudad de Santiago, la primera comida la dan de balde a sus huéspedes y se esfuerzan para que les compren velas o cera. ¡Oh fingida caridad!, ¡oh falsa piedad!, ¡oh largueza encubridora de toda clase de fraudes!
Si, por ejemplo, se hospedan en una casa doce peregrinos bajo unas mismas condiciones, el mezquino posadero les pone un plato ya de carne, ya de pescado, que en el macelo (1) de la ciudad puede comprar por ocho dineros y al fin les mete doce velas a seis dineros cada una, siendo así que en la plaza pública habrían podido comprarlas a cuatro dineros...
Si, por ejemplo, se hospedan en una casa doce peregrinos bajo unas mismas condiciones, el mezquino posadero les pone un plato ya de carne, ya de pescado, que en el macelo (1) de la ciudad puede comprar por ocho dineros y al fin les mete doce velas a seis dineros cada una, siendo así que en la plaza pública habrían podido comprarlas a cuatro dineros...
Otros mezclan con la cera sebo de carnero o de cabra y habas cocidas sin moneda, y de esta mezcla hacen velas...
Otros les salen al encuentro a estos peregrinos en Barbadelo o en Triacastela y, después de saludarlos, troban conversación con ellos sobre cosas indiferentes, hasta que, cuando creen llegado el momento oportuno: “Yo tengo la dicha --les dicen-- de ser ciudadano de Santiago, pero vine aquí a ver un hermano que reside en esta villa. Y justamente podéis parar en mi casa, porque de seguro que si mi mujer y mi familia saben que me habéis visto y que habéis hablado conmigo, se desvelarán para que no os falte nada. Si queréis, os daré una señal para que os reconozcan”. Y, en efecto, a unos peregrinos les da como señal un cuchillo; a otros una llave; a otros, una correa; a otros un anillo; a otros, un gorro o montera; a otros, un guante, etc. Llegan los peregrinos a su casa y se hospedan en ella; y después de la comida, una vela que sólo vale cuatro dineros, la mujer se la vende a ocho o diez. Así son engañados por los posaderos muchos peregrinos de Santiago.
También hay posaderos que, cuando los peregrinos quieren cambiar su moneda, a causa de ganar el premio convenido, los engañan para que den veinte de sus dineros por doce de los de la tierra por donde pasan, cuando quizá valgan dieciséis.
¿Y que diréis de aquellas mujeres que hacen velas de cera para vender y les meten tales pábilos (2) que se consumen antes de acabar la Misa o las lecciones? ¿O de aquellas que cuando ven llegar a una gran muchedumbre de peregrinos, venden el pan, el vino, la avena, el trigo, el queso, la carne o las aves más caras que de costumbre?
Pues, de los falsos especieros y drogueros, ¿qué diré? Algunos hay que venden hierbas podridas por buenas y sanas; otros mezclan las drogas con cosas extrañas y las venden como legítimas; otros humedecen la pimienta para que pese más en la balanza; otros mezclan con el incienso resina de pino o de abeto; otros echan en las pinturas tierra de color parecido, y así venden por griego (3) a los ignorantes el verde del país...
Lo mismo hacen muchos médicos y boticarios con las tisanas (4), jarabes y demás remedios que confeccionan; y las medicinas así preparadas y compuestas, las venden como buenas y muy eficaces.”
Fragmento de un sermón pronunciado en Santiago de Compostela (siglo XII).
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Notas
1: Macelo: mercado de la carne o matadero.
2: Pábilo: Mecha que está en el centro de la vela.
3: Griego: árbol de la familia de las rosáceas, parecido al cerezo.
4: Tisana: planta medicinal.
Cuestiones:
- ¿Qué significa "de balde"? ¿y "troban"?
- ¿A qué grupos de población critica el autor del texto?
- ¿De qué formas engañan los posaderos a los peregrinos?
- ¿Y las mujeres vendedoras de velas u otros productos?
- ¿Qué vendían los especieros y drogueros?
- ¿Cómo engañaban algunos médicos a los peregrinos?
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